La adolescencia masculina es un periodo de transición que genera bastante crisis en el desarrollo, es uno de los momentos donde se genera el primer duelo, donde el niño tiene que abandonar su rol de infante para enfrentar las primeras expectativas de la vida adulta.
Hay presente muchos conflictos y muchos cambios, pues tiene que aprender nuevos roles, tiene que desarrollar nuevas estrategias, aprender a usar sus nuevas habilidades intelectuales y cognitivas.
El cerebro de hecho profundiza en sus habilidades y comienza a experimentar todo el tema del pensamiento abstracto, la asociación y para colmo aparecen los desniveles hormonales, el cambio físico, los cambios de interacción, la dinámica en el grupo.
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La necesidad más predominante en el adolescente masculino es esa necesidad de vínculo con sus iguales, esa necesidad de lealtad, obviamente viene ese despertar sexual muchísimo más marcado que en las chicas, esa necesidad de identificar cuáles son mis intereses, de probar, de conocer mi cuerpo, de canalizar ese exceso de energía que es genuinamente una respuesta fisiológica.
Pero la mayor necesidad del varón es ese reconocimiento de él cómo un ser humano, capaz, diferenciado de su familia; y es en ese momento donde se vuelve “rebelde”, porque es ese momento donde confronta a esos padres, pero es una búsqueda de identidad para retar y definir quien yo soy y quien yo quiero ser.
En términos sociales es el vínculo con los iguales, ese reconocimiento dependiendo de la identidad sexual, esas son las dos características más básicas.
La recomendación más importante para la adolescencia es el contar con esos adultos de referente, me refiero a que haya un adulto sano, capaz de comprender y valorar a ese joven en su propia crisis, que sea capaz de ser un ejemplo coherente con todo lo que haga como adulto.
Un entorno familiar que sea permisivo en términos de aceptación, no permisivo en salidas, sino en aceptar ese propio rejuego con la identidad.
Ya se sembró en la infancia un sin número de ejemplos, historias, reclamaciones, límites; hay que dejar que el adolescente experimente para que pueda comenzar a sentirse útil. Se requiere de un entorno con valores y disciplinas muy bien establecidas; límites claros, no en función del estado de ánimo, sino cuando es sí es sí y cuando es no es no.